Estudiante de la Licenciatura en Relaciones Internacionales
en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la
Universidad Nacional Autónoma de México.
taniarrii@hotmail.com
taniarrii@hotmail.com
La recta final hacia los juegos olímpicos se
ha transformado en una carrera de obstáculos. A tan solo unos días de que se
lleven a cabo los juegos olímpicos de este año, el panorama del país anfitrión no es tan alentador. Brasil es visto a los ojos del mundo con
cierta preocupación, y es que el país sudamericano no es ni la sombra de la cidade maravilhosa que era cuando ganó la candidatura olímpica. Hace ya seis años de que Brasil fue
escogido y en aquellos tiempos era un país con un futuro prometedor, la gran
potencia de Sudamérica, el gigante de los BRICS, el refugio ideal para las
empresas ante la crisis, la nación que fiel a su lema: Orden y Progreso (Ordem
e Progresso) logró sacar de la pobreza a millones de personas.
Tal parecía que el primer país sudamericano en ser anfitrión de las olimpiadas
lo haría con samba brillo y esplendor. Sin embargo, la sede de los próximos
juegos olímpicos enfrenta una serie de crisis que se traducen en amenazas que
acechan la celebración del evento deportivo. Brasil enfrenta hoy en día crisis
económica, política, social, sanitaria. La cita olímpica coincide con un periodo turbulento en la
historia del gigante sudamericano.
Resaca después de la
fiesta. La tambaleante economía de Brasil.
Está de más mencionar que la economía
de la sede deportiva no se encuentra en las mismas condiciones que en el 2009,
año en que le arrebato el sueño olímpico a Madrid. De manera casi consecutiva,
Brasil fue el responsable de tres eventos deportivos de gran magnitud, Los
Juegos Panamericanos en el 2013, El mundial de Futbol en 2014 y Los Juegos Olímpicos
en 2016. Lo anterior consumió una parte considerable de la inversión, la cual
ya se encontraba débil debido a la
crisis el nacional. El real brasileño llego a precios desconocidos y los
precios se elevaron de una manera impresionante. El gobierno de Dilma Rousseff
experimentó una recesión técnica que derivó en una elevada inflación, una alta
tasa de desempleo y el aumento de la deuda pública
En sus inicios, la
situación no
fue motivo de problema o preocupación pues las políticas sociales del Partido dos
Trabalhadores de Lula Da Silva y Dilma Rousseff lograron elevar el poder
adquisitivo de millones de personas y alimentar el gasto y la demanda interna.
Eventualmente el modelo se agotó, la inflación subió y la industria perdió competitividad,
por si fuera poco, a lo anterior se sumó una reducción en la demanda de su gran
socio comercial, China.
La
crisis política del gigante sudamericano.
La
crisis política no permite vislumbrar una salida, es el fin de un ciclo pero no
hay indicios de que se esté gestando algo nuevo. Brasil está ante una crisis
hegemónica en la que no hay fuerzas políticas con propuestas que posean un corpus
estructurado o capaz de darle un rumbo al país en la disputa por el poder. El
riesgo de este vacío de poder es que pueda surgir un “salvador de la patria”,
como fue el caso de Adolf Hitler o Benito Musolinni. Algunos analistas afirman
que la constitución de 1988 falló al no renovar la política, es decir, no cambió
las reglas para los partidos, los cuales siguen con el monopolio del proceso
electoral.
La recesión económica significo un golpe sumamente fuerte a la
popularidad de la presidenta Dilma, que además se encontró con un Congreso en
el que no contaba con la mayoría amén de que no le permitía aprobar las
reformas necesarias. La mandataria hizo
alianzas que inclinaron su Gobierno hacia la derecha, algo que la izquierda vio
con hostilidad, empero no logro establecer cordialidad con la derecha, que salió
a las calles para pedir su destitución. Se acusó a Rousseff de corrupción
mediante maniobras fiscales turbulentas para falsear sus resultados en 2014 y
2015. Eduardo Cunha, jefe de la Cámara afrontaba él mismo proceso de destitución
por corrupción. Hoy ambos se encuentran apartados de su cargo.
La “letrina publica” y el mosquito de “mal agüero”.
En el año 2009, cuando
Río de Janeiro fue elegido sede de los Juegos Olímpicos de 2016, el gobierno de
Brasil se comprometió con el Comité Olímpico Internacional a descontaminar 80%
de las aguas residuales que son vertidas en la Bahía de Guanabara, la cual será
utilizada como escenario de varias de las competencias correspondientes a los
deportes acuáticos. En marzo los funcionarios anunciaron que no podían cumplir
con tal compromiso. El problema es tan grave que los biólogos de la región han
definido a la bahía como una “letrina publica”
Por
si esto fuera poco, la aparición del virus del Zika oscureció aún más el panorama del país sudamericano, pero
la aparición de este mal no es casualidad, pues está relacionada con la
presencia de infraestructuras de saneamiento o condiciones sanitarias
deficientes, atacando a lugares donde hay hacinamiento. A pesar de las campañas
de limpieza en la bahía que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el
Banco Japonés para la Cooperación Internacional (JBIC) han invertido, los
residuos parecen ganarle la batalla al gobierno de Brasil.
Consideraciones
Finales.
Aunque
todos estos problemas constituyen una amenaza erigida para la celebración del
evento deportivo, los analistas consideraron que cancelar nunca fue, ni será opción,
pues esto significaría una pérdida millonaria para la ya
deteriorada economía de Brasil. En la historia se han cancelado únicamente tres
eventos de este tipo y ha sido por cuestiones bélicas, una durante la Primera
Guerra Mundial y las otras dos durante la Segunda Guerra Mundial.
En
abril de 2014, vicepresidente del COI, John Coates, calificó la organización
del evento como “los peores que había visto jamás” y esto se debe en gran parte
a la situación económica de Brasil, tal vez el establecer orden en
la agenda política y borrar la sombra de corrupción sobre al menos siete
constructoras relacionadas con el desarrollo de 11 proyectos de infraestructura
de los Juegos, es el primer paso para que Brasil pueda salir del momento económico más difícil en un cuarto de siglo.
El comité organizador del magno evento busco mejorar la
situación y reducir las tensiones llamando a voluntarios a sumarse a la
celebración deportiva y promoviendo la imagen del evento a través de la
antorcha olímpica y las mascotas. No obstante, no logró captar gran interés de
los brasileños, pues la sociedad se siente más presionada por la difícil
situación que atraída por el magno evento. La situación no ha mejorado en los últimos días pues Brasil ha sufrido
amenazas terroristas, el 21 de julio se arrestó a un grupo que planificaba
perpetuar ataques durante el evento, por lo cual Brasil se ha visto en la
necesidad de reforzar sus sistemas de seguridad.
Brasil es un país con un potencial impresionante. Los tres países más representativos
de América
Latina son México, Brasil y Argentina, cabe mencionar que cada uno ya ha pasado
por sus respectivos efectos: tequila, samba y tango, y el que más rápido ha salido es Brasil, por
la dimensión de su economía y por ciertos factores adicionales. En esta ocasión
es más complicado, pero podemos ser optimistas y confiar en que demostrará por
qué fue la mayor potencia económica de
la región.
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