lunes, 18 de julio de 2016

México y su relación con la naturaleza.




Por: Favio Germán Yáñez Arroyo


Ingeniero Ambiental por el Instituto 
Tecnológico de Ciudad Madero y estudiante de Ingeniería en Energías Renovables.favioarroyo@outlook.es

 

Para nadie es extraño que nuestro país sea catalogado como uno de los más ricos del mundo. La bondad de su geografía, hidrología y orografía permiten desarrollar cualquier actividad humana, pero sus riquezas no solo se miden por la producción que cada una de las actividades aporta, sino también por la diversidad biológica que alberga esta pequeña región del mundo.
Los antiguos pobladores de Aridoamérica y Mesoamérica comprendían el contrato que sin querer suscribían al establecerse en estas tierras. Su desarrollo fue permitido gracias al respeto que estos pueblos mostraban hacía la naturaleza. La admiración convertida en religión, permitió conservar lo que ellos consideraban: regalos divinos. Los indígenas deificaban plantas, animales, bosques, ríos, valles, lluvia, viento, sol, luna, etc. Cada uno de estos elementos fue protagonista de cultos, ritos, adoraciones, leyendas y en general representaron a la cultura y modo de vida de las antiguas civilizaciones.
   Sin embargo no todas sus actividades mostraban un respeto hacia la naturaleza. Principalmente la agricultura, caza y pesca repercutían en la estabilidad de los ecosistemas. Constantemente eran taladas áreas boscosas para abrir camino a la agricultura; actividad principal que proporcionaba estabilidad social a los pueblos. Pero la forma de vida y la población relativamente baja permitía una pronta recuperación de los hábitats.
   Cientos de años después, tenemos una sociedad dividida en dos (ambientalmente hablando). La primera parte, es una minoría que se encuentra preocupada por la situación ambiental que se vive en el país y la segunda está caracterizada por una indiferencia hacía la crisis ambiental. A pesar de esto, como pueblo hemos desarrollado múltiples herramientas que nos ayudan a mantener un equilibrio ecológico, o al menos ese es el objetivo en teoría. La triste verdad es que en la práctica no hemos podido consolidar lo que en leyes, reglamentos y normas hemos estipulado.
No hay que dejar de lado que nuestro país junto con Colombia, Perú, India y China albergan en conjunto entre el 60 y 70% de la diversidad biológica conocida del planeta. México ocupa el primer lugar del mundo en riqueza de reptiles, en mamíferos es segundo y cuarto en anfibios y plantas. Tener clara la posición que ocupamos, nos ayudará a dimensionar la importancia que tiene cada ecosistema de nuestro país. La manera en que llevemos a cabo nuestras actividades debe encaminarse a procurar el bienestar biológico de nuestras especies. Ya que al procurar el equilibrio ecológico, nos beneficiaríamos enormemente.

Lograr la transición hacía una sociedad verde no es fácil, tenemos dos importantes enemigos, sus nombres son: indiferencia e ignorancia. La forma de ganar es mediante la educación ambiental, no es tarea fácil, pero poco a poco la minoría” ambientalista del país gana más adeptos. Si queremos conservar la riqueza biológica, la estabilidad social y económica es necesario aplicar el total de herramientas que hemos desarrollado. Tal vez no sería malo voltear al pasado y aprender de las antiguas civilizaciones y su estrecha relación con la naturaleza. No hay que olvidar que formamos parte de ella y que podemos hacer uso de nuestro potencial científico y tecnológico para beneficiarla. 

1 comentario:

  1. No, en realidad siento y pienso que regresar a las actividades de las antiguas civilizaciones sería un muy buen paso para mejorar muchos aspectos de la vida, como es la alimentación que tristemente se ha perdido el valor de nuestros productos mexicanos al consumir de otros países...

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