Por: Gilberto Cornejo Alvarez
A inicios de este mes, la sociedad civil internacional organizó una serie de protestas por una imagen en donde se puede apreciar el cadáver de un niño sirio, Aylan Kurdi, el cual fue lanzado por la marea a las costas de Turquía. No se hicieron esperar los reclamos, la mayor parte de los ciudadanos del continente europeo comenzaron movilizaciones exigiendo que se aceptarán a los refugiados No obstante, gracias a las tecnologías de la información y comunicación, los países americanos como Estados Unidos (EEUU), México y Brasil también hicieron del conocimiento público su solidaridad.
Sin embargo, no se debe perder de vista que la migración en Asia Sudoccidental es sólo una de las tantas que se dan alrededor del mundo todos los días. Otros movimientos migratorios de gran relevancia son: de sudamericanos y centroamericanos para llegar a EEUU, de habitantes de África subsahariana intentando llegar a Europa por el Estrecho de Gibraltar o a través de la isla de Lampedusa, o la de población asiática hacia Australia y Nueva Zelanda.
Por tal motivo, los estudiosos de la migración no han dudado en llamar al siglo XXI como el siglo de las migraciones. Entonces, es conveniente preguntarse ¿son todas las migraciones iguales?, ¿qué protección internacional se le brinda a los migrantes?, ¿cuál es la razón del aumento en el número de las migraciones? Y aún más importante ¿existe algo qué los Estados o la sociedad civil puedan hacer para detener los movimientos migratorios, o al menos salvaguardar la vida de las personas que participan en los mismos?
Migración a nivel internacional
El fenómeno de la migración es viejo, y algunos lo consideran como inherente al ser humano: el hombre primitivo tras agotar los recursos naturales del lugar donde se encontraba asentado, emigraba a zonas que pudieran satisfacer sus necesidades. El fenómeno migratorio en época más reciente toma relevancia al término de la Segunda Guerra Mundial, pues la devastación de este conflicto ocasionó el desplazamiento de miles de personas de su lugar de origen. Es así como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), creó el 14 de diciembre de 1950 al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
En un primer momento, se pensaba que su existencia sería temporal, sin embargo, con la destrucción causada en algunos Estados durante la Guerra Fría su existencia y labor se volvieron vitales. En tiempos reciente su mandato se ha ampliado y se le pide que ayude también a los desplazados internos y a los apátridas. La Convención de Naciones Unidas sobre el Estatuto de los Refugiados, firmada el 28 de julio de 1951, es el estatuto básico que rige a este comisionado.
El segundo organismo internacional creado para ayudar con la cuestión migratoria es la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que surgió en 1951 como el Comité Intergubernamental para los Movimientos de los Migrantes desde Europa. Al igual que el ACNUR, la OIM surgió con el objetivo de ayudar a los países europeos a encontrar lugares de reasentamiento para aproximadamente 11 millones desplazadas por la Segunda Guerra Mundial. Actualmente cuenta con 157 Estados miembros y 10 Estados observadores. Su lema es “La migración en condiciones humanas y de forma ordenada, beneficia a los migrantes y a la sociedad.” Estas dos organizaciones internacionales son las que dan a la sociedad internacional los conceptos básicos para entender el fenómeno migratorio
Ser migrante en el siglo XXI
De acuerdo a datos de la OIM, en 2014 existían alrededor de 214 millones de migrantes, es decir el 3.1% de la población mundial, mientras habían 27.5 millones de desplazados internos en el mundo. ¿Qué problemas debe enfrentar este sector de la población? Los refugiados y apátridas, en primer lugar, sufrirán del llamado choque cultural, es decir deberán adaptarse a la cultura del país receptor y modificar las costumbres consideradas extrañas por los habitantes del lugar para evitar no ser discriminados. Además, si no poseen conocimientos del idioma del nuevo país de residencia, tendrán problemas para entablar el proceso comunicativo, sin olvidar que al tener rasgos físicos diferentes al resto de la población en el territorio sufren una probabilidad mayor de ser discriminados.
Los refugiados en particular tendrán que enfrentar dos problemas principales. El primero de ellos es la cuestión de que aún tengan familiares y amigos en la zona de conflicto de la que acaban de huir. Dependiendo de las políticas en materia migratoria del país brindador de asilo, el proceso para conseguir el estatus de refugiado para estas personas puede tardar demasiado tiempo. La segunda cuestión es la del reasentamiento. En teoría, el refugio es temporal y el fin último es que cuando la situación de inestabilidad en la zona termine, los refugiados regresen a su país. Sin embargo, los conflictos actuales se prolongan más que los de antaño y el grado de destrucción en la mayoría de los casos es demasiado, convirtiendo a ciertas zonas en inhabitables (se estima que pasara algo así en la Franja de Gaza).
Los apátridas y los desplazados internos no tienen una legislación que los proteja a nivel internacional. Empero, los primeros tienen mayor desventaja pues al no contar con ningún documento para probar su identidad, no pueden realizar ningún trámite, no cuentan con servicios de salud, no pueden denunciar ningún abuso (pues a que Estado presentarían su reclamo y que país los apoyaría). Los apátridas se encuentran así en un limbo jurídico. Mientras tanto, los desplazados internos se quedan dentro del territorio que en muchas ocasiones los está vulnerando. Por si esto fuera poco, al huir de un problema en específico, por lo general buscan llegar a una parte de su país que no tenga esta característica (por ejemplo la violencia). Esto ocasiona a la larga que algunas zonas queden sobrepobladas mientras otras quedan desiertas.
Los Estados por su parte se muestran renuentes a aceptar (o aceptar grandes cantidades de) refugiados y/o migrantes por considerarlos como un factor de desestabilización. En primer lugar los ven desde la óptica de la otredad, al ser diferentes a los ciudadanos de la nación, pueden ser un factor para generar/fomentar movimientos separatistas y subversivos. En segundo lugar se encuentra la cuestión de brindarles los mismos servicios sociales: al no trabajar y no producir ingresos para el Estado, la cuestión de brindarles seguridad y programas sociales representa un gasto extra para los países receptores.
Consideraciones Finales
Una de las principales causas de la crisis migratoria actual es el debilitamiento del actor por excelencia de las relaciones internacionales (rrii), el Estado Nación. Hasta la Guerra Fría, las disputas en el ámbito internacional se caracterizaron por desarrollarse entre Estados; sin embargo, al término de dicho conflicto político ideológico, estos son mayoritariamente intraestatales. Es así como este ente encuentra en su seno una serie de conflictos: desde la clase dominante o la oligarquía (según la región del mundo que se analice) luchando por perpetuarse en el poder contra los otros grupos de interés, hasta sectores de la población que no se sienten identificados con la nación y deciden que quieren separar su territorio del resto del Estado.
Por si esto fuera poco, el Estado ha ido perdiendo margen de maniobra frente a los actores atípicos de las rrii. Ahora, las empresas trasn y multinacionales imponen condiciones a los países para llevar inversión y fuentes de trabajo. Además, existen otros actores atípicos como el crimen organizado y el terrorismo que no tienen el uso legítimo del monopolio de la fuerza, pero lo utilizan para conseguir sus fines. Es en este contexto que los países luchando por su supervivencia en muchas ocasiones relegan a un segundo plano el bienestar de sus habitantes, olvidando de que es unas de los elementos primordiales de su conformación y rompiendo el contrato social previamente establecido. Por tal razón, este ente debe buscar la manera de fortalecerse y recuperar espacios típicos de acción para evitar que su población migre.
Por su parte, los organismos internacionales encargados del tema migratorio deben de vigilar que los derechos de los migrantes no sean violados, fomentar un ambiente propicio en los Estados donde es normal la emigración para fomentar el reasentamiento (el último paso de los ciclos migratorios). y crear conciencia en la sociedad civil internacional acerca de cómo la migración es un problema ocasionado por diversos factores y que de ninguna manera los migrantes tienen la intención de robarles sus vidas.
La sociedad civil debe de recordar que los refugiados son seres humanos, con derechos básicos, destacándose entre ellos el derecho a la vida. Es así que no deberían de utilizar términos despectivos para referirse a este grupo de personas, quienes ya tienen suficiente con el choque cultural y los gobiernos (como el de EEUU), que criminalizan la migración. Desplazarse de un lugar a otro para salvar la vida no debería de ser motivo de criminalización, y la sociedad internacional debe de darse cuenta que en muchas ocasiones son los migrantes quienes arriesgan su vida intentando llegar a Estados más seguros (donde no estarán exentos de malos tratos). Cuando se reconozca que todos tienen derecho a vivir libres de preocupaciones y de temores, apoyando el fortalecimiento del Estado nación y mediando en los conflictos internacionales, se estará dando el primer paso para solucionar la crisis migratoria actual.
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